¿Quién no ha soñado nunca escapar de lo predecible de su propia vida? Encontrar un lugar sin coacción, cambiar su relación con el tiempo, aprovechar el presente en lugar de esperar el futuro, dar sentido al tiempo, jugar de nuevo, replantearse las perspectivas, una sensación de libertad, de diversión, de vida…

Parece atractivo aunque en realidad es un juego doloroso. La naturaleza les ofrece un terreno para explorar, una oportunidad para respirar el aire puro. Pero empezar de nuevo tiene su precio: la necesidad de renunciar. Renunciar a su ámbito natural, romper el equilibrio, dejar su función original…renunciar en parte a lo que son. Para ganar la felicidad toman el riesgo de perder. Lo hacen quizás porque son conscientes del tiempo que se va y de que es necesario aprovecharlo, quizás porque el juego mismo vale la pena.